Te sentás bajo ese brillo y te quedás callado un par de segundos... esperando que tu cerebro te diga algo... y te das cuenta que no te va a decir nada y te empieza a gustar y decidís quedarte sentado un rato, pensando en nada, imaginando o soñando despierto, haciéndole caso a tu alma, cargándote de energía positiva y siendo vos. Esos segundos, que pasan lentamente, dándote tiempo a liberarte. Me pasa siempre y me encanta. Brindo por eso.
No se enfríen los pies.
Ignacio Tomás.
Me gusta lo que escribís =) Mabel
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